Tres encargos de ampliaciones de pequeñas viviendas existentes llegaron casi en simultaneidad a la oficina. Se planteó el abordaje desde la problemática de construir una serie urbana de cosas inconexas: lo común primando sobre las diferencias. En los tres casos ciertas condiciones se repetían en circunstancias parecidas: viviendas preexistentes que forman parte de estructuras edilicias colectivas, a las que se requería remodelar y ampliar para alojar cada una de ellas una familia, conformadas por varias nacionalidades, viviendas ubicadas en el interior de las manzanas y alejadas de la calle, insertas en barrios residenciales de la ciudad de Buenos Aires.

Tomamos las coincidencias como material de trabajo para indagar sobre ciertas condiciones de habitabilidad que se replican en la ciudad y que utilizan la trama urbana preexistente como un patrón sobre el que interactuar, modificándolo levemente. Los proyectos se desarrollaron en conversaciones. Ahondando en la tensión que se da, entre condiciones propias y colectivas, en la definición de la identidad a través del lugar donde se habita.

Como una forma de experimentar en la definición de los proyectos con dinámicas de tomas de decisiones colectivas iniciamos los trabajos con una “Asamblea de proyecto”, un encuentro donde los futuros habitantes interactuaban entre ellos, y en la cual nosotros los arquitectos actuamos más como diseñadores de la dinámica de intercambio que como proveedores de soluciones a problemáticas planteadas. Nos corrimos así de la relación convencional comitente-profesional durante esta relación horizontal planteada momentáneamente.

En Jardín Guardia Vieja propusimos una reformulación de las condiciones de la vivienda a modificar como tipología de PH original en el cual los ambientes se conectaban y relacionaban a través de los patios. La ampliación sobre la terraza cubre uno de los patios originales, en el cual se instala la escalera por la que se accede a la ampliación del primer piso y que conecta diferentes lugares a medida que se va subiendo, atravesando en su recorrido los puntos de observación privilegiados en la sucesión de espacios concatenados. El otro patio por donde se accede a la vivienda desde el pasillo común es el exterior de la casa, un jardín vertical que conecta la planta baja con la terraza, materializado en una estructura arbórea que protege del exterior delimitando lo accesible y sobre la que crecen las plantas.

Las piezas materiales que conforman la nueva intervención se abre paso entre los muros de la vivienda preexistente modificándola al mismo tiempo que apoyándose en ella. 

El proyecto es un agregado, no se cambia lo que ya está más que superponiéndole lo que se agrega. Los lugares se van definiendo a medida que se avanza en el recorrido. 

Esta concepción de la definición de los lugares como ambientes para la vida y las actividades que se desarrollarán ahí se fue construyendo en conversaciones con los dos habitantes de la vivienda a lo largo del desarrollo del proyecto e incluso de la obra. La definición de los límites y la lógica constructiva de las partes quedó sujeta a la articulación con las “cosas” que debía soporta, los usos habituales de la familia y las situaciones inesperadas que podrían producirse. Se buscó la arquitectura que funcionase como una infraestructura específica y articulada con las condiciones de identidad y confort propia de los que vivirán allí.

Este es un proyecto que continúa la conversación varios años después con los habitantes de Castillo Garden, primer proyecto que hicimos desde la oficina para esta familia de dos personas. Dos proyectos, en dos lugares con algunas “líneas” comunes…