Intervenciones Fragmentarias, Ariel Jacubovich
Dossier sobre el trabajo en la Oficina de Arquitectura.
Publicación de entrevista realizada por la publicación y siete obras construidas: Castillo, Aurea, Puzzlehomes, Moldes, Roque Perez, Castillo Garden y Ciudad Roca Negra.
En Revista Escala nº 218, en la sección En Proceso. Pg. 97 – 106
Bogotá, Colombia, 2010
ver publicación en PDF
Aqui unos fragmentos de la entrevista publicada:
-Usted se formo como arquitecto en la FADU-UBA e inmediatamente entró como profesor ayudante. ¿Cuál es el enfoque de formación de la facultad y porque el ingreso inmediato como docente?
Yo inicié mi actividad docente en el año 1999 en el área de Morfología de la arquitectura, mientras terminaba de dar mis últimos finales para recibirme. Ya hacía unos años que había terminado de cursar. En realidad mi caso no es el habitual, lo más común es empezar todavía antes, aun siendo estudiante; la mayoría de los docentes empiezan cuando están en la mitad de la carrera. La Universidad de Buenos Aires tiene una particularidad con respecto a otras universidades que es su gratuidad y masividad. Solo en la carrera de arquitectura la cantidad de estudiantes suele rondar entre 5000 y 8000 inscriptos, lo que requiere que para cada materia haya varias opciones de cátedras. Esto permite que se puedan recorrer caminos diversos a lo largo de la cursada y así el recorrido que uno hace se construye por afinidades con las personas con las que se va cruzando. Empezar a transitar la docencia siendo aun estudiante funciona como una forma de sostener el sistema de educación pública, ya que muchos comienzan ad honorem, pero también como una manera de completar la formación y de construir vínculos profesionales.
-Sus obras aparecen como una suma de fragmentos de objetos o de memorias, como artefactos o prótesis, encastrados o acoplados, para usar palabras de las memorias explicativas de sus proyectos. ¿De dónde surgen este tipo particular de operaciones con el espacio? ¿Quiénes más de Vekstein o Miralles influyen en su trabajo?
Varias de estas obras se presentan como fragmentos o partes injertadas en contextos preexistentes. Esto tiene relación en parte con la crisis económica e institucional que atravesó argentina en el 2001 y en los siguientes años y que provocó que una generación de arquitectos que estábamos empezando nos volcáramos a trabajar en lugares intersticiales, poco enfocados o en condiciones particulares. Encontrábamos en esos ámbitos oportunidades de experimentar lo que veníamos investigando en la facultad, en construcciones de pequeña escala pero de alta intensidad. Así, ciertas intervenciones, ampliaciones o exposiciones funcionaron como fragmentos de un laboratorio de pruebas mayor. Donde no era el tamaño o la escala de lo construido lo que importaba sino qué forma de pensamiento podía desplegarse, qué desempeños se ponían en práctica. Pequeñas construcciones en general del ámbito privado permitieron generar un debate público más amplio sobre la arquitectura.
Por otro lado me interesaba generar un repertorio de proyectos y construcciones que dieran cuenta por si mismos, sin necesidad de un discurso anterior, de una forma de pensar y producir arquitectura. Tal vez la obra de George Perec con sus procedimientos para producir escritura sea la que más influenció en este proceso. Me interesa en particular esa imbricación lúdica entre constricciones, formas y materiales en donde el proyecto termina revelándose en una construcción mayor que atraviesa los diferentes trabajos.
Una mirada desprevenida a su trabajo da cuenta de un trabajo poco convencional, me refiero a lo que comúnmente se publica en medios especializados. Parece que hubiera una búsqueda deliberada de hacer unas intervenciones mínimas, parciales, fragmentarias en objetos arquitectónicos existentes y no la creación de un objeto total e integro. Esto da lugar a varias preguntas:
-¿Tiene usted una forma particular de entender lo que es la arquitectura, el rol del arquitecto y las maneras de generación y producción de la arquitectura?
Seguramente tenga una manera propia de trabajar y de posicionarme desde mi rol de arquitecto basada en mis intereses e ideologías. Considero que es en la práctica donde se revelan estas posiciones, que tal vez podrían formularse mejor como interrogantes. La primera de estas interrogaciones (también se podrían llamar estrategias) se puede calificar como “contextuales”: cómo ayudar a generar una escena que propicie y habilite el desarrollo de una forma de pensamiento; arquitectura. Ahí se enmarcan mis desempeños como editor, docente, usuario, desarrollador, artista o microurbanista.
También están los interrogantes ligados a la organización del trabajo, su forma de producir y sus materiales. Prefiero plantearme este campo en el orden de lo lúdico. Esto remite a los condicionantes que en su lugar los podemos llamar constricciones, como una serie de reglas preestablecidas que nos permite jugar. Algunas de estas reglas son autoimpuestas y otras vienen dadas o se construyen en el proceso: códigos de edificación y planeamiento, rentabilidad económica, hábitos y costumbres de los usuarios, protocolos de diálogo y producción con los otros actores; así como también procedimientos, figuras y materiales de trabajo que permiten darle forma y continuidad a la manera de producir . Para que estas reglas no sean restrictivas sino de potenciación de posibilidades es preciso trabajar en los límites estirando las fronteras de lo reglamentado, explorando los espacios entre líneas, la letra chica del contrato.
Reuniendo todo esto me interesa interrogarme sobre la arquitectura y su potencial de aportar en construir mejores sistemas democráticos. Como práctica material puede funcionar como mediadora de controversias articulando y poniendo a dialogar intereses y capacidades tanto de los objetos como de la sociedad. Pienso en el rol del arquitecto en ese sentido, como un mediador o traductor, alguien con posición de conectar campos heterogéneos.
-En algunos de sus proyectos usted se refiere a la realización de un trabajo en equipo, incluso multidisciplinario, en el que se pierde la prelación del trabajo del arquitecto. ¿Cómo llegó a este proceso de trabajo y que es lo que busca en él?
Me interesan los trabajos que superan la división entre especialistas y no especialistas y en particular los que tienden a ser colectivos o que operan en redes. Las investigaciones extradisciplinares, por sobre la multidisciplinariedad, permiten salir de la disciplina en busca de formas de producir y de pensar ajenas, para luego volver con herramientas nuevas con las que trabajar. Pensar el rol del arquitecto como un mediador más que como un proveedor de formas requiere articular con las diferentes situaciones y sectores involucrados. La forma en todo caso va surgiendo como parte de este proceso. Me interesa la dimensión política que esta manera de operar le otorga al interior de la disciplina.
Creo que no solo es una posición buscada sino también una condición propia de Argentina y de Latinoamérica, donde en muchos casos es preciso primero construir la situación que habilite luego el despliegue de las potencialidades de la arquitectura.
-Como anotaba antes, la mayoría de sus trabajos son intervenciones, ‘usurpaciones’, cómo una suerte de ‘performances’ espaciales. ¿Cómo se puede llevar esta forma de operar, que parece tan experimental y temporal, a mayores escalas de proyecto o al proyecto urbano?
Considero que el tiempo es una variable constitutiva de la arquitectura. No solo porque está necesariamente ligada a condiciones contextuales que varían según su temporalidad, sino también porque la arquitectura se basa en las posibilidades de transformación del medio en que habitamos y el tiempo es el material de la transformación. En el trabajo en el estudio intentamos que los proyectos se desarrollen incorporando la complejidad, tratamos de suspender las ideas para trabajar con construcciones, correcciones sucesivas, instancias de un mismo trabajo que va buscando volverse cada vez más especifico y adecuado. No considero que la escala de los proyectos condicione la forma de trabajar, en realidad buscamos que cada proyecto encuentre su forma de desarrollo basado en las particularidades propias, puede ser la escala como cualquier otra determinación. En ese sentido la experimentación es una herramienta que considero necesaria para manejar los riesgos, si repitiéramos formulas ya probadas correríamos un riesgo muy grande que es que se vuelvan poco especificas las respuestas y por lo tanto inadecuadas. En este momento algunos de los proyectos en los que estamos trabajando son de una escala mayor a los que veníamos haciendo. Los temas generales siguen siendo los mismos: la forma de organizar la práctica, cómo incorporar materialmente las cosas que son relevantes y de qué manera establecer una relación sustentable con el contexto.
-Complementario a su trabajo como arquitecto diseñador y docente, es editor de la revista UR Arquitectura. ¿Qué enfoque tiene esta revista y qué quieren comunicar a través de ella?
UR arquitectura es un emprendimiento autogestionado que llevamos adelante un grupo de arquitectos desde 2006 y que pretende sacudir un poco la escena actual de la arquitectura y el pensamiento urbano. Nos interesa publicar ciertos trabajos enfocando en formas de producción particulares que habiliten un dialogo y generen una agenda de contenidos urbanos y arquitectónicos. La revista reúne artículos, textos, trabajos, obras y proyectos articulados bajo una figura que es una acción. El primer número fue “Viajar” y abordaba temas como la movilidad, las migraciones, la ciudadanía, el alojamiento o los territorios urbanos a explorar. Luego publicamos “Conversar” que agrupaba trabajos sobre los alcances de la urbanidad, la arquitectura como foro o asamblea, diálogos con figuras de la arquitectura o el urbanismo participativo en Medellín, Porto Alegre y Hong Kong. Hace unos meses sacamos el nº3, “Organizar” que encuadra sobre los sistemas complejos organizativos en torno a ciertas arquitecturas, mostrando sus estructuras de vínculos y relaciones.
Leave Your Response